Barcos sostenibles: el transporte marítimo clave para la neutrali

Barcos sostenibles: el transporte marítimo clave para la neutralidad de carbono

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05/06/2022 | 5min de lectura aprox. | Transporte Marítimo


El desarrollo de combustibles con cero emisiones netas será fundamental para evitar que en los mares y océanos se genere el 17% de la huella de carbono mundial en 2050. Las empresas pioneras y los países más avanzados ya marcan el camino hacia la descarbonización

Cuando pensamos en las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el sector de la movilidad, nos suele venir a la mente el tráfico rodado, con sus atascos y su bullicioso ir y venir de coches, autobuses y camiones. Al fin y al cabo, la movilidad por carretera forma parte de nuestro día a día y causa el 70% de las emisiones totales de CO2 del sector del transporte.

En cambio, siempre nos imaginamos el tránsito de pasajeros y mercancías por mares y océanos como una estampa idílica de barcos que fluyen de un lado al otro en armonía con las olas, el viento, los peces… Pero lo cierto es que reducir las emisiones de CO2 del transporte marítimo es otro de los grandes desafíos que habrá que superar para poder alcanzar la neutralidad de carbono.

La Organización Marítima Internacional (OMI, el organismo de la ONU especializado en la seguridad y la protección de la navegación) lleva años estableciendo compromisos para reducir progresivamente ese impacto. Por ejemplo, en 2018 se propuso llegar a 2030 con una reducción en la intensidad del carbono del transporte marítimo internacional de al menos un 40% respecto a los niveles de 2008. En 2050, el recorte de las emisiones debería alcanzar ya al menos un 70%.

Para lograrlo, en los últimos años se han puesto en práctica todo tipo de medidas como mejorar la eficiencia energética de los nuevos buques o limitar la velocidad de crucero durante la navegación. También se han puesto en marcha distintas iniciativas para reducir el impacto de la actividad en los puertos, responsables del 9% de las emisiones del sector, según las estimaciones de la Agencia Europea del Medio Ambiente.

Baste mencionar el caso del Puerto de Bilbao, que logró reducir un 66% sus emisiones entre 2017 y 2020 gracias a una batería de medidas que incluían la sustitución de todos sus sistemas de iluminación leds o la implantación de una flota de vehículos propulsados por tecnologías sostenibles (coches eléctricos, híbridos y alimentados por GLP).

En general, han ido floreciendo todo tipo de iniciativas para hacer más sostenible el transporte marítimo, sobre todo en los países nórdicos. Por ejemplo, los buques portuarios de la ciudad de Copenhague funcionan ya con biocombustibles; y hace años que Noruega apuesta por que los ferris que operan en el país funcionen con baterías eléctricas.

Todos esos avances ponen su granito de arena en la transición energética del sector, pero ésta no podrá considerarse como una prueba superada mientras no se extienda el uso de combustibles de baja o nula huella de carbono.
 

Combustibles de baja o nula huella de carbono

La pregunta es evidente: ¿Pueden funcionar los barcos con combustibles que generen menor huella de carbono? La respuesta, inmediata: sí, pueden. En la OMI ya se barajan diferentes opciones de propulsores de cara al futuro (“amoníaco, biocombustibles, energía eléctrica, pilas de combustible, hidrógeno, metanol y viento”, enumeran) y ya hay empresas de los sectores naval y de la energía trabajando para conseguir buques más respetuosos con el medio ambiente.

Un ejemplo de ello es la colaboración que iniciaron en ese terreno Navantia y Repsol el pasado mes de marzo para evaluar conjuntamente el comportamiento de los nuevos combustibles líquidos de baja huella de carbono (biocombustibles avanzados y combustibles sintéticos) que suministrará la energética en los motores fabricados por el constructor naval, tanto de propulsión como de generación. “Estos nuevos combustibles van a ser la tecla fundamental que nos va a permitir una reducción importante en las emisiones de CO2, porque el resto de tecnologías no permiten actualmente dar una solución estandarizada y comercial a las exigencias del transporte marítimo”, sostiene Iñaki del Pino Sanz, director de la fábrica de motores de Navantia en Cartagena.

En los primeros meses de colaboración se ha demostrado que los biocombustibles suministrados por Repsol a Navantia permiten reducir las emisiones de CO2 en casi el 90%, además de reducir también un 2,6% el consumo de carburante respecto del combustible convencional. Además, se ha probado que es posible utilizar los nuevos combustibles en los motores actuales sin necesidad de hacer ninguna modificación. Por lo tanto, ofrecen una solución de aplicación inmediata para la descarbonización del sector.

Y lo cierto es que Repsol lleva tiempo trabajando para desarrollar combustibles baja o nula huella de carbono. Así, en la misma ciudad en la que Navantia fabrica sus motores, Cartagena, la compañía energética pondrá en funcionamiento en 2023 la primera planta de España de biocombustibles avanzados con capacidad para fabricar anualmente 250.000 toneladas.

“Los biocombustibles son ya una solución y una realidad comercial”, plantea Dolores Cárdenas, advisor en Product-Design del Repsol Technology Lab, convencida de que los combustibles sintéticos también tendrán un papel decisivo: “Aún están en fase de desarrollo, pero sin duda serán clave en la descarbonización del transporte”, concluye.

En esta otra línea, la energética está desplegando un proyecto industrial en el Puerto de Bilbao para la producción de combustibles sintéticos, a partir de hidrógeno renovable y CO2 retirado de la atmósfera, que entrará en funcionamiento en 2024.

Fuente: www.expansion.com


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